Pedagogía e investigación. La escuela como lugar de saber

Andrés Hortua Clavijo

 


Por: Andrés Hortúa Clavijo. Rector en la Escuela Normal Superior Distrital María Montessori. Bogotá - Colombia. Doctor en Educación con mención en Filosofía e Historia UNCPBA -FCH. Buenos Aires (Argentina).
Columnista invitado * 


Icono Pedagogía

La investigación educativa permite comprender la constitución de la escuela y del saber pedagógico, en diálogo con la historia y la epistemología. Se parte de la idea que en la modernidad el conocimiento se separó del sujeto, imponiendo la objetividad como criterio de verdad. Hoy, sin certezas absolutas, se reconoce que los saberes surgen de prácticas discursivas más que de normas

La investigación pedagógica, lejos de buscar un estatuto de ciencia para la pedagogía, se orienta a identificar las condiciones históricas que configuraron este saber. Zuluaga muestra cómo las ciencias de la educación —como la psicología educativa o la sociología de la educación— provocaron una dispersión, subordinación e instrumentalización de la pedagogía, lo cual obliga a pensar la investigación del campo desde lo complejo y lo situado. Es decir, el saber pedagógico es urdimbre de una multiplicidad de relaciones de saberes, contextos y sujetos.

En la historia latinoamericana, la educación se convirtió en un proyecto estatal para formar ciudadanos, asociando la escuela pública al progreso y la civilización. Lionetti y Álvarez ilustran cómo, en América Latina, la construcción de identidades nacionales estuvo estrechamente ligada a la escolarización. La escuela, entonces, fue diseñada para moldear infancias consideradas incompletas, pobres y necesitadas de intervención, en función de ideales nacionales y sociales.

En Colombia, como muestra Sáenz, el gobierno de la familia se efectuó a través de la escuela y del control de la infancia, usando estrategias disciplinares e higienistas. Así, la escuela no solo enseñaba saberes, sino que modelaba conductas, cuerpos y subjetividades.

Desde el siglo XVII, con autores como Rousseau, surgió una nueva concepción de la educación como perfeccionamiento humano. Posteriormente, la modernidad incorporó visiones sociológicas y psicológicas, ampliando el campo de investigación más allá del saber pedagógico puro. Esto dio lugar a las ciencias de la educación en el siglo XX.

La investigación educativa, ha resignificado la práctica pedagógica y el rol del maestro, quien pasó de ser mero ejecutor de métodos a ser un productor de cultura y un agente social. Hoy, la investigación debe avanzar hacia lecturas transdisciplinarias, capaces de abordar los desafíos actuales como la inteligencia artificial, las nuevas infancias y la violencia escolar.

Finalmente, se debe referir que la investigación educativa nos permite develar la multiplicidad de relaciones que se urden en la escuela, el saber pedagógico, el oficio del maestro, con las infancias y en general con el mismo hecho educativo. Desarrollar esta discursividad permite no solo adelantar proyectos y acciones de mejora continua sino también la formulación de políticas educativas propias para los territorios y una decidida apuesta por el desarrollo de la justicia social.

 

*Las opiniones de los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no comprometen la política del IDEP.

 

 

Última modificación
27 Mayo, 2025
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